Inversores vitales
No puedo evitar pensar que la vida pasa demasiado deprisa. En un abrir y cerrar de ojos dejamos de ser niños, en un suspiro atravesamos la adolescencia y, un buen día, un latido certero nos confirma que ya somos adultos. Cuando nos damos cuenta de esa velocidad, surge el deseo irreprimible de querer pararlo todo, de que cada segundo cuente un poco más, de que el día tenga como mínimo … Seguir leyendo…